viernes, 27 de abril de 2012

Nagarjuna: Historias-El Pintor que dio todos sus Ahorros. (generosidad)

EL PINTOR QUE DIO TODOS SUS AHORROS. (una historia sobre la generosidad)

Gracias al regalar las siete cosas preciosas: obreros, carruajes, oro, plata, lámparas, velas, edificios, incienso y flores, uno puede llegar a ser un rey que gire la Rueda del Dharma, y poseer en abundancia estos siete tipos de tesoros.
Además, gracias al hacer regalos cuando es el momento preciso, la recompensa del karma se incrementa. Esto ha sido explicado por el Buda cuando dijo:
Si uno da a una persona para que pueda viajar lejos, o a una persona para que pueda venir desde lejos; a una persona enferma, o a alguien que cuide de las personas enfermas; o si uno da para paliar las diversas dificultades que surgen de las tormentas y del frío, esto es dar en el momento adecuado”
Si alguien da, de forma que sea acorde con aquello que sea lo más adecuado en un lugar determinado, uno madura, y su recompensa kármica aumenta debido a ello.
También, si alguien hace un acto de generosidad en el camino, en un lugar apartado y solitario, uno obtiene un beneficio y un incremento de su cantidad de mérito.
Si uno continúa dando constantemente, y sigue sin abandonar esta práctica, uno obtiene beneficios de ello, o incrementa su acumulación de mérito.
Si uno construye alojamientos para los monjes, o parques, bosques, estanques para el baño, etc, dando todo esto a personas que son buenas, uno obtiene beneficios, y su recompensa kármica aumenta con estas acciones.
Si uno da regalos a la Sangha, uno logra por ello beneficios, y se incrementa la recompensa kármica.
Si ambos, quien dona y quien recibe, son personas virtuosas, se logra un incremento de la recompensa kármica como resultado de ello.
Cuando uno muestra todo tipo de respeto hacia quien recibe, uno obtiene un aumento de la recompensa kármica.
Si uno da lo que es difícil de obtener, uno logra un incremento de la recompensa kármica.
Este principio lo ilustra el caso del pintor llamado Karna, que vivía en la ciudad de Pushkaravati, en el estado de Gran Tokharestan. El había viajado hacia el Este, al estado de Taksasila, donde sirvió como pintor en la corte de ese reino durante doce años.
Por su trabajo recibió como pago treinta y dos piezas de oro de una onza, y cogiéndolas volvió con ellas a su estado natal, en la ciudad de Pushkaravati. El tuvo la fortuna de oír el sonido de un tambor siendo golpeado para reunir a una gran asamblea. El se dirigió  hacia allí, y encontró a una asamblea de la Sangha. Con una fe pura le preguntó al Karmadana: “¿Cuánto sería necesario para dar un día de fiesta para toda esta asamblea?”.
El Karmadana le respondió: “Treinta y dos piezas de oro de a onza, serían la cantidad precisa para  darles de comer durante un día” En ese mismo instante, él cogió inmediatamente sus treinta y dos onzas de oro, y se las confió al Karmadana diciendo: “Bien, prepara un día de fiesta para toda la asamblea a costa mía. Yo volveré aquí mañana.”
Y entonces se volvió a su casa con las manos vacías.
Cuando llegó, su esposa le preguntó: “Bien, ¿Cuánto has ganado por tus doce años de trabajo?”
El contestó: “Gané treinta y dos onzas de oro”
Ella le preguntó inmediatamente: ¿Dónde están ahora las treinta y dos piezas de oro?
Él le dijo: “Las he plantado ya en el campo de mérito”
La esposa le preguntó: “¿Qué campo de mérito?”
Él le contestó: “Yo se las di a la asamblea de la Sangha”
Entonces, su esposa hizo que lo detuvieran, y fue enviado ante un juez para que respondiera de este delito, y para que el dinero fuera adecuadamente adjudicado.
El Juez Supremo les preguntó: “¿Por qué estamos reunidos aquí?”
La esposa contestó: “Mi marido se ha vuelto loco, y está engañado. Trabajó al servicio de un rey en un país extranjero durante doce años, y ganó treinta y dos onzas de oro. El no ha sentido compasión ninguna hacia su esposa o hacia su hijo, y de esta forma, dio toda la suma a otra gente. Por lo tanto, deseando zanjar esto con una sentencia judicial, yo rápidamente hice que lo detuvieran, y que fuera traído aquí”
El Juez Supremo le preguntó al marido: “¿Por qué no compartiste el oro con tu mujer y con tu hijo, y preferiste dárselo a otras personas?”
El contestó: “En mis vidas anteriores, yo no cultivé el mérito. Como consecuencia ahora yo soy pobre, y de esta forma yo he de soportar todo tipo de amargo sufrimiento. Si yo no planto mérito, en las siguientes vidas seguiré siendo pobre, y así la pobreza seguirá a la pobreza, continuamente, de forma que no habrá un momento en el que yo pueda ser capaz de escapar de ella. Yo ahora quiero eliminar inmediatamente este estado de pobreza. Es por esta razón por lo que yo cogí todo el oro, y se lo di a la Sangha”.
Sucedió que el Juez Supremo era un upasaka que mantenía una fe pura en el Buda. Cuando escuchó estas palabras, lo alabó diciendo: “Esta es una cosa extremadamente difícil de hacer; tú te has esforzado de forma diligente, y habiendo realizado grandes esfuerzos por lograr una pequeña recompensa material, has sido capaz de cogerlo todo, y de dárselo a la Sangha. Tú eres un buen hombre”
Entonces él cogió el collar de joyas que adornaba su cuello, y se lo dio a aquel hombre pobre, junto con su caballo, y las ganancias que él había recibido de los impuestos de toda una aldea.
Entonces le manifestó: “Al principio, cuando tú ya habías hecho el regalo a una asamblea de la Sangha, pero esa asamblea de miembros de la Sangha aún no había participado en esa comida, en ese caso la semilla aún no había sido plantada. Pero ahora ya ha nacido un brote de ella. El gran fruto de esto vendrá en la próxima vida”

Conclusión:
Por razones similares a esta, es por lo que se dice que uno obtiene el mayor mérito cuando uno da completamente lo que le ha resultado difícil de ganar.


Trad. al castellano por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso.

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