Incluso en el caso de que no existiera la retribución kármica
en las vidas futuras, aunque ello no fuera denunciado por la gente buena, y uno
no fuera odiado por los enemigos, aún en esa situación, uno nunca debería de
tomar deliberadamente la vida de otro ser.
¿Por qué? Esto es algo que no debiera de ser hecho por
aquellos que son buenos. Y mucho menos siendo conocedor de que tanto en esta
vida como en la siguiente, uno se encontrará con el resultado surgido en
retribución de los agravios hechos por uno, daños causados sin sentido alguno,
y alentados por el deseo de hacer mal.
Además, el matar es el mayor de los agravios. ¿Por qué?
Cuando una persona se encuentra en una situación en la que peligra su vida, no
prestará atención ni al mayor de los tesoros. En esa circunstancia, el ser
capaz de sobrevivir es realmente lo único importante.
Esto es ilustrado con el ejemplo del mercader que fue al mar
buscando el reunir joyas.[1]
Cuando el ya venía de vuelta con un gran cargamento de joyas que había reunido
en el distante océano, su barco de forma súbita naufragó, y todas sus joyas
preciosas se perdieron. Y no obstante él estaba exultante, lleno de alegría. Juntado
sus manos hacia lo alto, exclamaba: “¡He estado a punto de perder una gran
joya!”
Todos veían esto extraño, y dijeron: “Has perdido todas tus
valiosas posesiones, y te has librado sin que te queden ni siquiera ropas sobre
tus espaldas, ¿Cómo puedes exclamar lleno de alegría “¡He estado a punto de
perder una gran joya!”
El replicó diciendo: “De entre todas las joyas, la vida de la
persona es la más preciosa. La gente busca la riqueza para comodidad de sus
vidas. No busca vivir para acumular riqueza.”
Es precisamente por esta razón por la que el Buda, entre las
diez acciones no virtuosas[2],
situó en primer lugar, como el acto más grave, a la acción de quitar la vida.
También es el primero de los cinco votos de la liberación individual[3].
Incluso aunque una persona cultive todas las acciones generadoras de mérito, si
no abandona el matar, no hay nada que haya ganado con ello. ¿Por qué? Aunque
uno pueda nacer en un lugar lleno de bendiciones, y a la vez sea poseedor de
una gran fuerza y haya nacido en una poderosa familia de la aristocracia, si
como consecuencia de la retribución de la acción de matar, su vida va a ser
corta, ¿Quién sería capaz de vivir experimentado gozo?
Por estas razones, uno ha de saber que de entre todos los
agravios, el más grave es el quitar la vida; de entre todos los méritos, el
superior es proteger la vida a los
demás. En el mundo, la principal ocupación de uno es la de preservar su propia
vida. ¿Cómo podemos saber esto? En el mundo, todas las personas estarían de
acuerdo en soportar cualquier castigo corporal que suponga crueldad, incluyendo
el ser golpeado y azotado, a condición de salvar su vida.
[1]
En la antigua India se decía que las joyas procedían de distantes mares, y que
para conseguirlas era preciso afrontar largos y peligrosos viajes.
[2]
Las tres acciones del cuerpo: matar, robar, y conducta sexual inapropiada; las
cuatro del habla: mentir, calumniar, insultar, y charlatanería; y las tres de
la mente: malicia, codicia, y mantener visiones erróneas.
[3]
Pratimoksa: no matar, no robar, no mantener una conducta sexual inapropiada, no
tomar intoxicantes, y no mentir con respecto a las propias realizaciones.